Tras 25 años de fracasadas reconversiones en la construcción naval civil española y que significaron la reducción del 60 % de su capacidad productiva y la perdida del 80 % de la plantilla, a punto de terminar el S. XX, el grupo naval publico Astilleros Españoles estaba abocado a una inevitable quiebra.
Astilleros Españoles, al igual que el resto de las empresas europeas, se mostraba incapaz de poder competir con las factorías del Extremo Oriente, fundamentalmente japonesas y coreanas, que con practicas pocos ortodoxas que les permitían ofertar precios inalcanzables para los astilleros europeos, estaban acaparando más del 80 % de la cuota del mercado mundial del sector naval.
Ante este panorama, la situación en Diciembre de 1999 era insostenible para los astilleros públicos civiles. En España, además de AESA, la otra gran empresa del sector era la Bazán que se dedicaba fundamentalmente a las construcciones y reparaciones militares, que no estaban tan presionadas ni por la competencia desleal de los países asiáticos ni por los controles europeos.
A partir de 1995 empezó a gestarse la idea de una fusión de las actividades civiles y militares. Tras un proceso bastante complicado y conflictivo, en Julio de 2000 se produce la fusión de los astilleros civiles públicos (AESA) y los militares (Bazán), naciendo de esa forma una nueva empresa con diecisiete unidades de negocio (construcciones, reparaciones, transformaciones, propulsión, energía, sistemas y armas), 11.000 trabajadores y una cartera de pedidos de 600.000 millones de Ptas. A este conglomerado industrial capaz de satisfacer cualquier tipo de demanda, se le puso el nombre de IZAR, y por su tamaño y cifra de negocio se situaba en el segundo lugar entre los grupos de construcción naval europeos y el noveno en el ámbito mundial.
Astilleros de Cádiz, iniciaba de esa forma una nueva etapa con el nombre de IZAR CARENAS CADIZ y bajo el amparo del grupo IZAR.